[su_heading size=»18″]PRIMERA INCURSIÓN A PADUA[/su_heading]
Pues…. sí. Mañana a mediodía cogeremos un vuelo para unos pocos días a nuestro futuro hogar por los próximos dos años.
Italia… .
¿Qué puedo decir? Desde que estudié por primera vez el Renacimiento italiano, no he dejado de tener este absurdo (ya no tan absurdo…) deseo de llegar a vivir en Italia en algún momento de mi vida. Brunelleschi, Donatello, Giotto, Buonarrotti, Bernini, Masaccio, Ucello, Botticelli… todos dejaron mella en mi memoria, y jamás olvidaré la primera vez que pisé Florencia. O la primera vez que vi El David de Miguel Angel o Santa María de las Flores y la hermosísima cúpula de Brunelleschi. En fin… paro porque sino aburro hasta a las ovejas.
Así que lograré cumplir ese sueño… Es curioso cómo a veces sin planearlo ni proponértelo, hay sueños que igualmente se cumplen. Por arte de magia. Por arte de Andrés…
Estos pensamientos, sin embargo, dan lugar a otras cuestiones que no había llegado a plantearme seriamente, hasta ahora…
Tocará despedirse de nuestra vida en Leuven, digo yo.
Y me da bastante pena, aquí he conocido gente maravillosa, a la que obviamente seguiré viendo y escribiendo. Aunque más espaciado en el tiempo. Amigos belgas he hecho más bien pocos. Sólo una, y no se puede decir que sea una belga convencional. Tal vez por eso nos hemos hecho tan buenas amigas (ojo con leer entre líneas). Los demás son todos de su padre y de su madre: ucranianos, alemanes, italianos, franceses, chinos, polacos, colombianos… . Y a todos ellos me los llevo en el corazón (os jodéis que hoy estoy sensible!) Echaré mucho de menos la ciudad de Lovaina. Sin lugar a dudas, la mejor de toda Bélgica, al menos de la parte flamenca. Gracias a Dios que en Padua también se lleva lo de ir en bici a todas partes porque sin duda no sabría cómo manejarme sin mi «negra».
Las únicas cosas que NO voy a echar de menos son:
- el tiempo de mierda…
- la ausencia de todo tipo de montaña, cerro o incluso peñasco, que tampoco pido tanto! (Bélgica es más llana que Albacete)
- … y el maldito idioma. La de dolores de cabeza que nos ha creado este idioma del demonio que ni siquiera lo hablan en todo el país, ¡solo la mitad! y la mitad de Bélgica es como ¡Cáceres! En fin…
A pesar de estar DESEANDO mudarme YA MISMO a tierras más cálidas donde pueda hablar su idioma y entender lo que la gente me dice… sé que echaré de menos esta ciudad, y los amigos que dejo atrás.
Pero la vida sigue, ¡y nosotros nos movemos con ella! Disfrutaré de estos tres últimos meses en este país húmedo y frío pero igualmente precioso, y luego… a seguir disfrutando.